Hace poco tuve un caso de mediación donde una de las partes me dijo: “he empatizado tanto, que ya no puedo empatizar más.” La frase me quedó muy marcada. Me doy cuenta que continúan habiendo mitos sobre la empatía. Así que vamos a ver qué es la empatía, qué activa en nuestro cerebro, si las mujeres somos más empáticas y qué beneficios nos aporta.
Dimensiones de la empatía
Sobre empatía se habla mucho, pero se ha escrito muy poco. Especialmente si hablamos de estudios científicos rigurosos.
Para empezar, se habla de tres componentes de la empatía
- Afectivo. También llamado empatía emocional o contagio emocional. Que consiste en sentir los estados emocionales de los demás.
- Cognitivo. También llamado empatía cognitiva o toma de perspectiva, en la que se consideran los pensamientos y experiencias de los demás.
- Motivación. También llamado compasión, preocupación prosocial o preocupación empática. Se refiere al deseo de promover el bienestar de los demás o aliviar su sufrimiento.
Se ha observado que la tenemos desde que nacemos pero que la desarrollamos a través de la interacción y aprendizaje social. La empatía nos permite conectar con los demás, con sus necesidades y preocupaciones.
Empatía en el cerebro
La capacidad de empatizar requiere una interacción de redes neuronales que nos permite percibir las emociones de los demás, resonar con ellas a nivel emocional i cognitivo, tomar la perspectiva de otros, y diferenciar entre nuestras emociones y las de los demás.
Ante situaciones cargadas de emoción aumenta la actividad de:
- Lóbulo prefrontal > clave en la gestión del comportamiento, la personalidad y funciones cognitivas superiores
- Lóbulo temporal > gestiona los inputs sensoriales
- Lóbulo occipital > también vinculado a inputs sensoriales
- Sistema límbico (giro cingulado y amígdala) > implicado en nuestras respuestas emocionales y de comportamiento (especialmente aquellas más “automáticas”).
Curiosamente una parte significativa de estas zonas son también las implicadas en la agresión y conductas violentas. Algunos investigadores han explorado la posibilidad de trabajar la empatía para intervenir en trastornos relacionados con conductas violentas.
¿Las mujeres son más empáticas?
Tengo que decir que no voy a profundizar demasiado en este tema. Pero quiero, simplemente, comentarlo para que cuando veas datos de este tipo los leas con pensamiento crítico.
Se dice que estadísticamente las mujeres son más empáticas que los hombres. Y, estadisticamente, es así. Pero también es cierto que hay más variabilidad dentro de un mismo sexo biológico que entre ambos. Lo que significa que hay hombres muy empáticos y mujeres muy poco empáticas.
Aquí lo dejo.
De dónde viene esta diferencia, si de la biología o de lo socialmente construido, es un tema ampliamente debatido y para el que por el momento no hay respuesta concluyente.
Beneficios de la empatía
Es crucial en las relaciones sociales, permite compartir experiencias, necesidades y deseos entre personas y proporcionar un Puente emocional que facilite un comportamiento prosocial o colaborativo. Por tanto, también facilita un afrontamiento colaborativo.
- Lazos afectivos sanos con la familia
- Proporciona valor en las relaciones (familiares, de amistad, laborales, mercantiles…)
- Mayor capacidad para conciliar la vida personal y la laboral de forma satisfactoria
- Facilita la comunicación y comprensión de los demás y la cooperación
- Aumenta el apoyo social
- Reduce la persistencia del rencor
- Facilita la cooperación y la colaboración
- Mejora el resultado en negociaciones (aunque los objetivos no sean mutuos), especialmente si tiene que haber una relación futura
Por otro lado se ha observado mayor felicidad en personas empáticas con alta inteligencia emocional. Además, a mayor empatía, mayor capacidad de perdonar, cuyo efecto beneficioso es liberarse del rencor, y mejorar la felicidad.
Los «contras»
A pesar de sus beneficios, la empatía también nos puede llevar a:
- Perder perspectiva
- Empatizar con la “tribu.” Biológicamente hemos evolucionado para empatizar mejor con “los nuestros” por eso es más fácil empatizar cuando compartimos algo con alguien (experiencias, valores u objetivos parecidos, o una cultura o un color de piel). Y eso nos lleva a lo que nos lleva. Pero como dice Tamara Pazos, la biología aprieta pero no ahoga, y para eso está la empatía cognitiva.
- Experimentar la emoción de otro también nos puede llevar a sentir malestar personal y que nos lleve a intentar aliviar nuestro dolor, en lugar de poder dar soporte a otros. Incluso nos puede llevar a evitar el sufrimiento de los demás. La regulación emocional puede ayudar en esto.
Volviendo al caso que os comentaba al inicio…
Esa persona, empatizando con la otra a nivel afectivo, había ido tomando decisiones que la habían puesto contra las cuerdas en un momento de muchos cambios vitales. Así pues, le pasó lo que decía en este último punto: el malestar personal que había acabado generando a la empatía, llevó a tener que centrarse en su propio dolor-sufrimiento. Bloqueando la resolución colaborativa del conflicto, para lo que ambos estaban poniendo mucha voluntad pensando en el bien de sus hijos.
Referencias
- Bove, L. (2019) Empathy for service: benefits, unintended consequences, and future research agenda. Journal of Services Marketing 33/1 (2019) 31–43 [DOI 10.1108/JSM-10-2018-0289]
- Chialant, D., Edersheim, J.; y Price, B. H. (2016) The Dialectic Between Empathy and Violence:An Opportunity for Intervention? Neuropsychiatry Clin Neurosci 28:4, 273-285
- Riess H. (2017). The Science of Empathy. Journal of patient experience, 4(2), 74–77. https://doi.org/10.1177/2374373517699267
- Weisz, E. y Cikara,M. (2021) Trends in Cognitive Sience. 25(3), 213-227