Recientemente he visto la película «7 años» (2016) y he creído interesante hacer una pequeña reseña aquí. «7 años» es la primera producción española de Netflix dirigida por Roger Gual y protagonizada por Alex Brendemühl, Paco León, Juana Acosta, Juan Pablo Raba y Manuel Morón. Es preguntaréis probablemente qué pinta aquí una película y os lo respondo simplemente con la sipnosis de la película: Cuatro socios, fundadores de una exitosa empresa de diseño de aplicaciones tecnológicas, son pillados desviando fondos a un paraíso fiscal. Un mediador tratará de ayudarles a decidir a quién echarán la culpa del fraude (FilmAffinity). También os dejo aquí el tráiler:
Así pues, el caso que se presenta al mediador es la decisión de quién irá a la cárcel durante siete años, responsabilizándose de los actos de todos y salvando al resto. Voy a comentar una serie de puntos que me llamaron la atención intentando evitar spoilers, aunque recomiendo que si os interesa veáis primero la película (tan sólo dura 1:15h) .
En primer lugar, observemos el mediador. Un hombre tranquilo al que ronda algún problema personal (lo podemos entrever en algunas escenas en que se separa del grupo), pero que no se deja llevar por nervios ni emociones. Me gustó mucho su forma de presentar la mediación por lo clara y concisa y también porque recordó la importancia de escuchar y respetar al resto, añadiendo que las personas no son el problema sino que forman parte de la solución. Eché en falta que se recordara el tema de confidencialidad, aunque igual se daba por supuesto por el contexto. Sí que fueron recordadas, en cambio, la voluntariedad de todos los participantes y la imparcialidad y neutralidad del mediador.
Son interesantes las técnicas que utiliza para hacer que los protagonistas hablen pues, aunque no tengan muchos problemas para hablar, les ayuda a guiar el discurso. Vemos que sólo interviene cuando es necesario, es una mediación que podríamos definir como un poco «pasiva» (con muchas comillas) en tanto que las partes son capaces de ir construyendo un diálogo y no es necesaria una mayor intervención del mediador. Esto es un ejemplo de la flexibilidad del proceso de mediación; cada caso requerirá una actuación diferente del mediador y ése debe adaptarse a ello. El papel del mediador es fundamental para que las partes sigan intentando encontrar una solución y no se peleen del todo o abandonen el respeto al resto (lo veréis claramente en los momentos de más tensión), manteniendo su tranquilidad y dándoles un punto de vista positivo sobre lo que ya han conseguido para motivarles para seguir avanzando.
Me gustaría hacer especial mención de la dinámica con el tablero de ajedrez y pediros que le prestéis atención y observéis el cambio que se produce en los personajes, como sus argumentos cambian a partir de ese punto en comparación a los momentos anteriores.
Otro punto que estoy bastante segura que se repite en toda mediación es el intento de las partes de que el mediador se posicione. Lo vemos primero cuando le ofrecen un contrato para que tenga una recompensa si lo hace bien y para que tenga interés en que la empresa funcione. También lo vemos cuando Luís (Paco León) le insiste en que le diga qué haría él si estuviera en su lugar, hasta que al final el mediador responde (¿será un desliz, o ha visto que no responder podría llevar a un estancamiento?).
A nivel de las partes, vemos como, pese a ser una mediación en el ámbito de la empresa van surgiendo emociones, sentimientos y asuntos personales en relación a hechos del pasado. Vemos el ambiente tenso y más formal del principio, que a medida que aumenta la tensión por una posible inspección se tensiona aún más, convirtiéndose el ambiente en más desenfadado (los personajes se quitan ropa, los zapatos, cuidan menos su vocabulario…). Además, y ya para ir terminando, me gustaría destacar el hecho que el personaje de Luís se presenta como débil pero pese a eso el mediador le da el espacio para expresarse y poder dar su opinión ya que, aunque los demás lo ninguneen, el mediador le hace preguntas para que tome protagonismo.
A corte de conclusión, creo que es un buen ejemplo de una mediación y que representa bien cómo puede ayudar una mediación cuando hay un conflicto que puede acabar mal o de forma muy injusta. Sí, es cierto que las partes llegan a la solución ellas mismas, pero ésa es la gracia, ¿no? De esta forma se puede ayudar a una solución acordada por todos, que igual nosotros podemos considerar más justa o injusta pero, al final, son los protagonistas del conflicto quienes llegan a una solución consensuada y que, por tanto, están dispuestos a cumplir. Sin el mediador, probablemente no hubieran llegado a este acuerdo y la situación hubiera sido muy diferente (y probablemente injusta). Con todo, me queda una pregunta final: ¿qué pasa luego? Casi siempre que se habla de mediación se ignora la parte del seguimiento posterior a la mediación y es un tema que me preocupa.